El instrumento utilizado habitualmente para medir la temperatura es el termómetro.
Los termómetros de líquido encerrado en vidrio son los más
populares; se basan en la propiedad que tiene el mercurio, y otras sustancias
(alcohol coloreado, etc.), de dilatarse cuando aumenta la temperatura. El
líquido se aloja en una burbuja -bulbo- conectada a un capilar (tubo
muy fino). Cuando la temperatura aumenta, el líquido se expande por
el capilar, así, pequeñas variaciones de su volumen resultan
claramente visibles.
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